Es el proceso por medio del cual las naciones que habían mantenido un modelo proteccionista de sus economías abren sus mercados a productos y servicios extranjeros que entran a competir con la producción nacional.
La apertura económica implica el permitir la inversión extranjera en el territorio nacional, así como participar de manera más activa del comercio internacional de productos y servicios.
Es un proceso muy vinculado al esquema de globalización que vive la economía mundial en los últimos años, ya que integra a las naciones que la ejecutan a la dinámica de los mercados internacionales.
La apertura económica comprende un conjunto de medidas que estimulan la participación del capital foráneo como eliminar o disminuir las regulaciones que rigen en materia de inversiones, supresión de control de precios, reducción de aranceles, entre otras disposiciones.
Desde hace unos veinte años, se comenzaron a implementar los procesos de apertura económica en américa latina y las consecuencias sigue siendo un tema de discusión entre muchos analistas.
Quienes le atribuyen un fracaso a la apertura económica, sostienen que la implementación de medidas de este tipo, nunca estuvo acompañada – en la mayoría de los países donde se adoptó- de medidas que de alguna u otra forma dieran respaldo a la producción nacional frente a la avalancha de productos extranjeros que comenzaron a ingresar en los mercados latinoamericanos.
Se critica la falta de estímulos financieros a la pequeña y mediana empresa en la figura de un programa de financiamiento para apoyar el fortalecimiento de este sector de la economía para hacerlo competitivo frente a las nuevas realidades de los mercados.
De igual manera, los detractores de la apertura económica, denuncian que los gobiernos de turno que implementaron este tipo de medidas hicieron poco o nada para impulsar las exportaciones de productos nacionales hacia mercados en el extranjero, afectando grandemente la actividad agropecuaria de los países latinoamericanos.